domingo, 20 de septiembre de 2009

PARANOIAS DE UN TRASNOCHADO

Ojos rojos, una pequeña barra vertical parpadeando en una página en blanco pulcro, esperando a que la transgreda a través de un proceso que no alcanzo a entender del todo: golpeteo sobre unas teclas en las que se dibujan garabatos extraños mejor conocidos como letras, luego un complejo sistema manda los impulsos eléctricos provocados por esos golpeteos de mis dedos sobre las teclas a un procesador que interpreta dichos impulsos y los transmite a su vez a la pantalla digital por medio de millones de micropuntos de color negro que forman los mismos garabatos impresos en el teclado toqueteado, ahora a través de otro sistema de luces y colores.

Ja… que divertido llamarle página a la imagen que tengo frente a mí en la pantalla digital de la computadora, es usual hacer ese tipo de referencias, utilizar conceptos, nombres, adjetivos; en fin, caracterizar todo lo que observamos a través de una pantalla con las denominaciones que le damos a la materia tangible: página en blanco, flecha, carpeta, etc. Baudrillard hace una excelente análisis sobre el fenómeno de la disolución entre la realidad virtual y la realidad en que vivimos, si recurren a él entenderán mucho mejor a lo que me refiero, o quizás solo se confundan con la complejidad de sus análisis de la sociedad posmoderna y la liquidez del mundo y todos sus procesos sociales (aunque la liquidez es un término acuñado por Bauman, ambos son pertenecientes a la corriente del posmodernismo, y por ello es perfectamente aplicable).

La barrita vertical de la pantalla sigue parpadeando, sólo se detiene cuando uno teclea constantemente, en cuyo caso la barrita cambia la acción del constante parpadear por la de mostrar las letras que uno ha presionado en el teclado. Es casi como si te invitara a escribir sin detenerte, que digo invitar, te presiona para que lo hagas; es como si te dijera: ¡Escribe o parpadearé hasta que te vuelvas loco! ¡No te atrevas a detenerte porque en ese mismo instante comenzaré con mi incesante parpadear!

No hay escapatoria, la otra opción es cerrar la imagen que simula una página que espera pacientemente, con la barrita vertical trastornando tus sentidos, provocando sentimientos demenciales: impaciencia, estrés, paranoia… No lo puedo soportar, mi cerebro a estas horas de la noche no logra procesar ideas con coherencia que pueda transcribir en esta pantalla para evitar que la barrita me violente con su terrible parpadear. No puedo escribir tonterías sólo por pararla porque es lo único que me causa más terror en éste momento. Escribir por escribir es banalizar un hermoso arte, es caer en el decadente mundo de las noveluchas y los articulillos de intelectuales orgánicos y literatos de segunda.

Es inaudito, una barrita parpadeante no me vencerá, yo seré quien la detenga, no con mis palabras, ni con mis frases, sino con el poder que me confiere ese pequeño rectángulo color rojo con una equis blanca marcada al centro, ese pequeño botón en el ángulo superior derecho de la “ventana” de este programa que a veces, como en esta ocasión, me repugna. Si, el botón de “cerrar” está a mi alcance y este provocador parpadeo no puede hacer nada para evitar que lo use… No sé si he sido yo el ganador o el perdedor de esta batalla, pero la guerra no termina aquí…

… nos volveremos a encontrar.

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