jueves, 3 de septiembre de 2009

DIVAGACIONES SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL



¿Qué es la identidad cultural?

¿Qué determina que yo y los otros me pueda(n) determinar dentro de tal o cual cultura, dentro de esta o aquella tradición, de éste o ese grupo social, étnico o cultural?

Estas preguntas me llegan a la mente constantemente como un latido de corazón, como una punzada molesta que no me deja tranquilo, que me atormenta.

Hoy más que nunca el tema de la identidad atormenta nuestras conciencias, no sólo la mía, y es que hace mucho que hemos perdido el rumbo…

[Posmodernidad, pérdida de referentes, mezcla, transformación, movimiento, etc.]

… La autoadscripción se ha convertido en una herramienta muy recurrida por antropólogos y estudiosos de las ciencias sociales, para determinar desde la individualidad si somos o no somos, si nos definimos dentro de determinado; pero esta herramienta es muy limitada, en cierto sentido débil y muy peligrosa desde mi punto de vista.

¿Por qué? Porque apela a la subjetividad para determinar algo que es en gran medida colectivo, ya sea desde el punto de vista esencialista que considera la tradición como principal fuente de la identidad, o desde el punto de vista constructivista que aboga por la construcción social de esta respondiendo no al pasado sino a un presente en continuo cambio.

Incluso, la nueva ola de pensamiento posmoderna que se inclina por la construcción de la identidad frente a la otredad sin rechazar la influencia de las dos posturas clásicas, es bastante pobre y nos deja un sabor de boca amargo, sin resultados concretos.

2 comentarios:

  1. ¿Y si me adscribo como postmoderno? ¿Y si niego toda las certezas, quemo mis naves y me lanzo al interminable flujo de idolos de plastilina, templos de arena al viento...? Olvidar la permanencia, aceptar que no solo nosotros, sino todo lo que nos rodea es efímero es aprender a nadar en las aguas de los tiempos.

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  2. Entender que todo es efímero, que somos cenizas de energía que se transforman en figuras múltiples en un tiempo sin tiempo, sin fin ni principio, es sin duda, aprender a utilizar el tercer ojo de la conciencia.

    Pero que fácil sería lanzarnos al vacío de la banalidad de nuestra existencia y dejar de reconocer que somos parte de un proceso de infinitas direcciones, donde cada uno de nosotros juega un rol, donde todos somos pequeños engranajes en la maquinaria de la infinitud.

    Hay de dos sopas mano: nos ofrecemos como objetos sacrificables al "destino", o le entramos al juego de la incertidumbre en el que nuestra acción voluntaria nos lleva por caminos desconocidos que nosotros hemos decidido tomar.

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