sábado, 19 de septiembre de 2009

… DELIRIO CON SABOR A TI

Hoy no sé por donde empezar, sobre que escribir, no me siento iluminado, mucho menos entusiasmado. He leído algunos párrafos interesantemente sentimentales -quizá algo cursis- en un espacio como éste; y sin buscarlo, así como así me vienen unas ganas irresistibles por darle rienda suelta a mis dedos sobre el teclado medio destartalado de mi ordenador portátil.

Si tuviera que buscar una fuente de inspiración para escribir sin duda sería esa mujer, esa mujer de altos vuelos, ingeniosos discursos del amor y de lo social, del combate y del mañana; mujer de movimientos extrañamente sutiles y llamativos que manipulan mis ojos quitándome la posibilidad de controlarlos, de cerrarlos o moverlos.

Podría hacer toda una oda a la mujer, a esa mujer, a ti que me lees con diversión angustiosa, con interés incrédulo, a la mujer que llevo dentro de mi y que muchas veces aflora sin complejos ni miedo a que la censuren, porque no me dejo censurar, porque no censuro. Podría pasarme horas pensando, alucinando sobre esa hermosa mujer de piel delicada de colores sensuales, de su hermoso cuerpo que se conforma de pronunciadas curvas y delicados trazos por aquí y por allá; mujer de ojos brujos, de ojos que transparentan la verdad y no ocultan la realidad que ella vive y que sus labios callan.

Siempre me he asincerado hablando de ti mujer y hablando contigo, siempre hemos sabido que no puedo ser de ti ni te puedo pedir que seas de mí de ninguna forma, ¿Porque no lo quiero? ¿Porque no hay tiempo? ¿Por qué soy un maldito egoísta, un insensible, superficial e inconsciente? No, no y no, me rehúso a ello, a esa mentira que te quieres tragar a la fuerza y con la cual sin saberlo o sabiéndolo muy bien me has chantajeado, me has querido hacer sentir el culpable.

Y sin embargo mujer, no me ofendo ni me doy golpes de pecho por tus insultos, por tu desprecio y tus reproches hacia mi persona. Yo me río, me siento alegre y comparto mi alegría contigo porque sé que un día entenderás, que un día te preguntarás por que no me escuchase y porque no me preguntaste quien era, hacia donde iba, que buscaba; yo estaré feliz de estar contigo pese a todo porque me haces feliz, me enriqueces, me llenas y haces de mi una mejor persona, alguien mejor para ti. Tú misma te quitarás esa venda que te has puesto en los ojos para no ver la realidad, y veremos juntos que esa realidad es menos terrible que el mundo de mentiras en el que nos habíamos refugiado.

Mujer, tu no lo sabes, no lo comprendes pero no hay nada que yo quiera más en éste y en cualquier mundo. Tu sola presencia me domina me empequeñece al grado de parecer un niño de 7 años y todo lo que ello conlleva: fragilidad, inocencia, inseguridad, torpeza, inmadurez, ilusión. No soy lo que aquel dice de mí, no soy lo que tú crees saber que soy, ni siquiera soy lo que yo quiero o pienso ser. Soy más que cualquiera, me siento más consciente de mi cada vez que me doy cuenta que sé menos del contenido que represento, de mi mismo.

Eres lo más increíble y bello que yo jamás haya visto, los ojos con los que te veo no responden a estereotipos de belleza, de la “estética femenina de moda”, no responden a palabras bonitas, buenos modales, sonrisas falsas y sentimientos prefabricados. He logrado alejarme de los esquemas planteados, del discurso preparado y la novela de las relaciones sentimentales basadas en la mentira, la chaqueta mental y el chantaje mutuo: una forma de engaño total en la cual los dos están conscientes de ello y sin embargo prefieren vivir entre esas mentiras que destruyen la relación antes de haber comenzado, a una relación sin ataduras y llena de la más completa y dura pero satisfactoria verdad. Y es que lo que pasa hoy en día es que no buscamos verdades o mentiras, buscamos sentirnos seguros aunque sea en torres de babel construidas con naipes.

Yo no juego ese juego, y respeto mucho que tú lo juegues, pero te admiro a ti que no lo juegas, te respiro sintiéndome pleno de seguridad utópica y de esperanzas tangibles. Eres una de las razones más relevantes que me hacen ser quien soy, eres parte de mi ser, de mi mente, de mi espíritu combativo. Mujer que me atormentas y me alivias; que me torturas y me acaricias; que me desprecias y me admiras… tu actuar constantemente dialéctico me deja perplejo, eres un ser fantástico.

No lo comprendemos, no nos entendemos sin el otro y por ello nos buscamos eternamente entre las sombras, los obstáculos de la vida misma…


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