domingo, 22 de noviembre de 2009

IDENTIDAD HOY

El fin de la Guerra Fría significó la disolución de todo sistema que estableciera una alternativa al capitalismo de occidente. En este sentido se convierte en un parteaguas múltiple que afecta las esferas de lo económico, político, social, y particularmente en lo cultural –y por lo tanto la identidad nacional- a través de un contacto más cercano y constante generado por los flujos internacionales de capitales, mercancías y personas cada vez más veloces y masivos, que como se sabe, son fruto de la construcción de medios de comunicación más eficaces. Ello provoca un quiebre de paradigma en el aspecto espacio-temporal ya que la noción de distancia pierde el sentido de lo lejano o lo extraño cuando el tiempo de contacto entre uno y otro punto en el mundo se produce en cuestión de segundos.

El mundo pasa a ser un espacio completamente globalizado donde la noción de lo nacional comienza a desdibujarse, las fronteras pierden valor pues son penetradas a través de medios virtuales que el Estado no tiene capacidad de regular, pero también el flujo masivo de personas y mercancías contribuyen al desequilibrio de ésos límites que un tiempo fueron controlables. Este fenómeno impacta directamente en las identidades nacionales a debido a la interacción masiva de las diversas culturas en constante contacto; y de esa forma se resquebrajan las identidades cohesionadas dentro de un espacio que antaño estaba perfectamente definido y que hoy poco a poco se difumina.

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL DISFRAZ EXQUICITO DE LA APATÍA (e pure si muove)

Procrastinación es una palabra demasiado bonita para nombrar a un proceso tan mundano, tan absurdo como la propia existencia de la humanidad, pero no podía ser de otra forma porque al final son lo mismo, exactamente lo mismo. Uno piensa en el ser humano y lo último que no llegará a la mente seguro será esta hermosa palabra y todos sus sinónimos que son mucho más recurrentes en el lenguaje popular: hueva, flojera, aletargamiento, apatía… todas palabras que sin ser exactamente lo iguales, derivan en un mismo proceso, ¿pero que proceso? Parece no haber tal, parece que en la flojera no hay nada más que la ausencia de todo, movimientos automáticos, acción sinsentido, un ir y venir sin saber, sin conocer sin pensar. Y sin embargo, así es, uno de los elementos más característicos de todo ser humano se encuentra en la ausencia de voluntad, la falta de ganas, una enorme y brutal flojera que se disfraza con un hermoso nombre, nombre que hasta parece hacer referencia a un complejo e importantísimo fenómeno: procrastinación.

Pero es que así es, la procrastinación es un fenómeno brutalmente importante en la vida de todo ser humano, único animal que puede darse el lujo de tal forma de actuar, cuestión que muy fácilmente aunque con cierta peligrosidad, nos llevaría a pensar que es –cualidad/vicio- inherente al ser. No entendemos el constante paso del tiempo en nuestras vidas si estos hermosos, sublimes e improductivos periodos de enajenación, enajenación originaria que va más allá de cualquier proceso artificial que nos evoque en la misma situación. No hay medio de comunicación ni programa ni actividad moderna que pudiera mantenernos en tal situación sino fuese porque es un fenómeno que hemos interiorizado, que es parte de nosotros. Todo el aparato de consumo (y digo consumo en su más amplia acepción) sólo nos inducen a mantenernos en éste estado, lo alimentan más no lo producen. Tampoco entendemos al ajeno sino a partir de un intercambio constante de experiencias de este género, pues el desplazamiento de las actividades “necesarias” es una constante en la vida de todo conocido, amigo o hijo de vecina:

-Hola que tal, ¿Cómo va todo compa?
-Pues bien tranquilo, pasándola, ¿Tu cómo vas? ¿Qué has hecho?
-Yo, pues nada, me la paso echando la hueva.

Discurso clásico, especialmente en la vida del mexicano, y no es que apoye los clichés y los prejuicios sobre el tan afamado nacional huevón, pero es cierto, este diálogo se ha vuelto una constante entre los compañeros, incluso los más activos y comprometidos con el constante actuar. Y hablo del mexicano porque es al que conozco de forma más directa, soy uno de ellos, he sentido y vivido esta dinámica en la que desplazo mis actividades obligadas ad infinitud encontrando satisfacción efímera en cualquier otra estupidez que me mantenga distraído, absorto, RELAJADO. Remarco esta palabra porque es la que encierra la respuesta que yo le doy a la existencia necesaria de la procrastinación como parte fundamental de la vida del ser humano.

Exactamente, es así de sencillo, el ser humano necesita momentos de relajación, espacios de tiempo en los cuales olvidar que es responsable de alguna tarea, que tiene que mantenerse con vida y para ello debe trabajar, estudiar, construir, pensar, reflexionar, concluir proyectos… [pfff], en fin una variedad infinita de actividades con una finalidad específica. Si lo pensamos bien, la vida del ser humano, desde el principio de los tiempos, ha sido realmente estresante, nos agobia la responsabilidad de cargar con la conciencia -derivada del uso de la razón que sólo el homo sapiens ostenta- de nuestra misma existencia y de la necesidad de actuar de determinada forma para mantener esa desdichada y tan valiosa presencia en espacio y tiempo. No es fácil cargar con tan tremenda responsabilidad, y pese a nuestro amargo sentimiento de que los tiempos anteriores siempre fueron mejores, estoy seguro que es un sentimiento que se repite en las generaciones pasadas hasta sus inicios: “ya no es como antes”, “antes todo era más sencillo”, “ojalá hubiera nacido en tal o cual década”, etc. en eso nos pasamos los días, en pensar y darnos golpes de pecho por la cruel y terrible vida que nos tocó vivir, con toda razón creo yo, pero siempre con un límite, y ese límite lo marcan los periodos de procrastinación diarios en los que todos nos hemos sumido alguna vez para escapar de las constantes presiones.

Si duda es necesaria, por muy jodida que parezca, pero si no, el estrés nos llevaría a la decadencia social e individual, sino vean a los “gringos” o a los nórdicos, sociedades que viven en la opulencia de su “superdesarrollo” logrado con “gran esfuerzo” y trabajo constante, pero que terminan con los índices más altos de suicidio y homicidio, dos extremos igual de decadentes. Frente a estos casos la sociedad mexicana y todas las latinoamericanas tan criticadas por su lentitud permanente, por nuestro aletargamiento y culto a la procrastinación, son problemas menores, incluso podría ser una ventaja, pues gracias a ello nos mantenemos con vida, y me refiero a vida de verdad, no a la rutina en la que se encierran las sociedades “desarrolladas” en las que toda acción que no produce un beneficio es basura.

Por ello yo me pregunto ¿tan mala será la procrastinación? A fin de cuentas avanzamos “lento pero seguro”, no somos sociedades estáticas, sin historia ni futuro como alguna vez con gran ignorancia se dijo de los africanos, seguimos otros caminos, pero claro que si nos comparan con “ellos” (los productivos y desarrollados) bajo sus propios parámetros de obsesión productiva nos veremos en desventaja, pareceríamos, en esas circunstancias, sociedades sin ritmo, sin trabajo, adormecidas. Y por el otro lado vivimos la vida, la pasamos alegres, disfrutamos de ella y como dicen los italianos e pure si muove, seguimos adelante, crecemos nos desarrollamos.

Así que la próxima vez que reflexionemos sobre este “despreciable fenómeno”, recordemos que nada es completamente negativo, que todo proceso, fenómeno u actividad humana tiene al menos una doble función, en este caso la de alentar pero también la de relajar el transcurso de la vida cotidiana.

En críticas y análisis sobre lo negativo que se ha vuelto en nuestras sociedades hacer de la procrastinación un culto, se me irían al menos el doble de palabras de las que ya he escrito, y no es lo que pretendo hacer… para ello mis compañeros de este gran espacio ya han lanzado sus incisivas y agudas reflexiones, lo mío son sólo acotaciones.

domingo, 15 de noviembre de 2009

PARADOJAS

El sistema global actual, a través de los flujos internacionales de capitales, de personas, de mercancías, de información y de todo aquello que los avances tecnológicos y científicos nos permiten trasladar de un lugar a otro, en cantidades inmensas y en tiempos insignificantes, provocan un desajuste y, posteriormente, caos a nivel global al desequilibrar la economía de los países que no tienen la capacidad de resistir tal cantidad de fluctuaciones.

El problema no es sólo la imposibilidad de regular tales flujos debido a los poderosos intereses que empujando desde arriba, se resisten a la intervención bajo ninguna circunstancia. El problema también radica en que estos enormes flujos están interrelacionados, enmarañados, amalgamados, dentro del sistema económico actual y todas las relaciones socioeconómicas internacionales, a tal nivel, que parece imposible atacar el problema sin que colapse todo el edificio de naipes de la estructura económica y con ella el sistema global.

Sin embargo, el edificio se cae a pedazos siguiendo su propia dinámica, ya que en una estructura globalizada en la que no hay equivalencia en los flujos mencionados, ni una constante circulación y esparcimiento de los mismos, sino más bien una acumulación en unos cuantos países y en las manos de unos cuantos sujetos, mientras la mayor parte de los países quedan marginados de las ganancias o del propio modelo económico y una gran parte de la población mundial se hunden en la miseria, parece obvio que el engranaje de dicho sistema tiende a atascarse a falta de las piezas que mantengan en movimiento tan inmenso y complejo sistema de “interrelaciones”.

No fue la intervención del Estado, que tanto criticaban los defensores del neoliberalismo y del libre mercado, lo que condujo a esta nueva y nunca antes vista crisis global, fue la misma libertad que tan fervientemente buscaban los grandes protagonistas de la economía mundial (organizaciones internacionales, empresas, inclusive algunos gobiernos y los dueños de las grandes riquezas del mundo), la que al desequilibrar la balanza de las ganancias en favor de esos pocos, hizo quebrar, en el presente año, al sistema financiero mundial a través de la especulación excesiva, la desacumulación y sobreacumulación de capital de las inmensas mayorías y los pequeños grupos respectivamente interrumpiendo el movimiento cíclico del dinero.

Es irónico que hoy sea el mismo Estado al que tanto se desprestigió el que esté interviniendo para tratar de rescatar y levantar, como sea, la economía global devastada por la explosión de la burbuja especulativa y por la recesión económica que cada día afecta a más países (aunque esta actitud rescatista del Estado es un patrón que se ha repetido una y otra vez), y es en este contexto que se antoja oportuno buscar una nueva forma de planeación en la que el Estado, en vista de sus funciones históricas, pueda regular los flujos internacionales para garantizar su supervivencia y la del sistema internacional vigente.

viernes, 13 de noviembre de 2009

VIDA Y COMBATE EN TEMPOS DE CRISIS

Mañanas tranquilas, residuos de sueños opiáceos y mucho descanso, excesivo descanso que el cuerpo resiente en una pesadumbre durante las primeras actividades del día que puede prolongarse incluso hasta el ocaso sometiendo el cuerpo a unas inmensas ganas de recostarse y soñar de nuevo, al tiempo que se resiste a caer para continuar las labores urgentes.

El trabajo fuerte y riguroso nunca ha formado parte permanente de mi vida, doy todo de mí sólo por momentos, largos momentos que a veces se convierten en resultados inmensos, estallido de bomba que nadie creyó posible debido a la pequeñez del aparato explosivo. La constante es otra, la de trabajo tranquilo, sin estrés ni presiones, sólo lo necesario para terminar lo urgente pero no lo importante o viceversa; jamás ambos.

Los momentos de intenso trabajo son múltiples, por ejemplo cada cierre de ciclo cuando todo se junta; y sin embargo, la bomba explota sólo una vez, no más, su vida después de ese momento de clímax ha finalizado. Habrá que construir otra bomba y mientras tanto, el silencio se hará, la tranquilidad permanecerá, una constante mayor a la del proceso de estallido del artefacto mencionado, el del aletargamiento, la procrastinación.

El desencanto parece ser el culpable de esta miserable actitud, pero el desencanto no es una condición de vida, uno adquiere el escepticismo hacia el progreso que requiere la consecución de una cadena de eventos, arduos esfuerzos, moderación que se resista a todo estado de corrupción o cualquier posible desviación de su propósito inicial. No es el desencanto entonces, es la pereza la que me domina, una pereza densa como niebla sobre la tierra fresca, dificulta la respiración y entorpece el andar: es la alienación a las masas, la más terrible de las enfermedades sociales.

Producto de la información y la constante acción intelectual y reflexiva es el desencanto; o al menos eso dicen los posmodernos hundidos en sus estudios en revisión constante y metódica de la realidad, analizan y visualizan o incluso predicen el futuro desastroso al cual se dirigen las torpes masas de gente inconsciente. La alienación en cambio, es fruto de eso que llamamos maldad, pero que confundimos terriblemente. La maldad no se encuentra únicamente o en mayor medida en la intención de hacer daño. La maldad, esa que destruye y nos sume en esta terrible realidad apocalíptica es la de la pérdida de valores, la pérdida de esperanza, la inacción, el egoísmo; y de ello todos somos víctimas y victimarios.

De ello no hay a quien echarle la culpa más que a nosotros mismos que nos regocijamos en la inmundicia de esta mezcla de podredumbre, pese a que el contexto en el que vivimos y las condiciones en las que nacimos que no pudimos elegir, porque la decisión de mantenerse en ese estado flotante en el éter en vez de elegir quitarse la venda de los ojos y sentir el duro sacrificio de soportar y luchar contra la terrible realidad que nos acosa es una decisión personal. De una forma muy vulgar, pero siendo una metáfora comercial que muchos deben conocer, yo repetiría, es como elegir entre la píldora azul o la roja de Matrix.

Yo ya elegí mi camino, y aún así no faltan días en los que haya añorado o solamente reflexionado ¿Qué sería de mí si nunca hubiera tomado esa píldora de cruda realidad? ¿Qué sería de mi si me mantuviera en la ignominia que hoy domina al 90 % del mundo sino es que a más? Hoy ya no puedo imaginarme siquiera en ese estado de aletargamiento, me causa repulsión, como me causa repulsión cuando me doy cuenta que reproduzco mucha de esa actitud.

La lucha cansa, la lucha agota cada músculo de tu ser y te invita a ser pervertido hasta los huesos por la cómoda posición de la ignorancia y la indiferente inacción, pero la lucha sigue y nos persigue en cada momento de la vida. No nos podemos dejar sorprender, no debemos dejarnos caer, aunque los resultados de nuestra victoria no los lleguen a ver ni nosotros ni las inmediatas generaciones por venir.

Combate, resiste, rebélate, libera tu cuerpo mente y alma. Continúa “hasta la victoria… siempre”.

domingo, 1 de noviembre de 2009

NATURALEZA FLUCTUANTE

Naturaleza: digna representante de la vida, maestra absoluta de los tiempos y transgresora de los espacios, no se resiste ante los cambios de su propia existencia, los asimila perfectamente en manifestación de la dialéctica más pura y genial. La naturaleza es vida, la vida es natural, paradigma final que el hombre se empeña en descubrir, respuesta que no se encuentra pero se crea muy bien a través de los credos montados en las bases más inverosímiles, elefante blanco de toda sociedad a través de todos los tiempos y en todo el espacio terrestre.


Mucho podemos aprender de la naturaleza, mucho hemos aprendido, pero cuanto nos falta por aprehender, por interiorizar la experiencia de la vieja madre de todo y de todos…